Cada euro cuenta. No son solo los 14.000 millones que se están pidiendo a los Ayuntamientos. El Gobierno está reclamando más de 1.000 millones de euros en depósitos a todos los organismos autónomos y entidades estatales por la covid-19. Un déficit público disparado obliga al Ejecutivo a buscar toda la financiación posible. Ya quitaron 1.600 millones a las comunidades de la formación ocupacional para pagar el paro. Han pedido a la UE 20.000 millones del fondo SURE. Aunque durante julio y agosto ha levantado el pie, el Tesoro ha emitido hasta julio un récord de 1.000 millones de euros al día. Y acumula en tesorería un colchón de cerca de 50.000 millones, unos niveles de liquidez que salvo por amortizaciones puntuales no se alcanzaban desde la anterior crisis.
Y esos colchones se han construido a pesar de la caída de la recaudación, las moratorias de impuestos y cotizaciones y teniendo en cuenta que supone un coste de unos 200 millones al año al tener que pagar un 0,4% de interés al Banco de España —si bien al año siguiente el banco transfiere parte de sus beneficios al Estado—.
El Gobierno está captando liquidez como nunca. A cierre de julio, el Tesoro había emitido ya 216.000 millones de los 297.000 que tiene previsto captar en cantidades brutas. Es decir: unos 1.000 millones al día. De esas emisiones, unos 152.000 millones eran deuda a medio y largo plazo, el 82% de los 186.000 millones que esperan conseguir. Si se toma solo la financiación neta, esto es, el endeudamiento nuevo una vez sustraídas las amortizaciones por los vencimientos de deuda, el total logrado roza los 100.000 millones frente a los 130.000 que se tiene como objetivo. Nunca la maquinaria del Tesoro había funcionado a un ritmo igual.
El Tesoro ha aumentado las emisiones sindicadas, aquellas en las que se llama directamente a los inversores institucionales a través de los bancos. Ha creado nuevas referencias de bonos a siete y 20 años. Ha emitido subastas por cantidades récord, superando la horquilla de los 5.000-6000 millones que se había dado entre 2017 y 2019. Y ha cambiado la segunda vuelta de las subastas para que los creadores de mercado puedan comprar al tipo marginal, que es más bajo, en vez de al tipo medio, y así adquieran más. “El trabajo del Tesoro ha sido muy bueno anticipando las necesidades y no dejando que asome la menor duda sobre su posición de liquidez”, apunta Francisco Vidal, economista jefe de Intermoney.
El paraguas del BCE ha sido decisivo. Este año ha comprado ya unos 60.000 millones de deuda pública española. “Si se extrapola la cifra al resto del año, está garantizando cerca de un 90% de la nueva financiación del Estado”, señala Vidal. Semejante respaldo ha permitido al Tesoro aumentar como nunca sus emisiones a la vez que, por primera vez en la historia, ha reducido el coste medio del total de deuda en circulación por debajo del 2%. Y además lo ha logrado anclando la deuda cada vez a plazos más largos, ahora en los 7,82 años de vida media. Así se asegura que las arcas públicas se benefician de los actuales tipos bajos durante más tiempo.
También han contribuido las compras de los bancos nacionales, que han vuelto a elevar sus tenencias de deuda pública tras años bajándolas. Aprovechan que toman la liquidez del BCE a tipos muy bajos y la llevan con un beneficio a la deuda pública sin incurrir en riesgos, lo que en la jerga se conoce como carry trade. Hasta mayo han comprado unos 29.000 millones. En general, hay mucho ahorro de fondos de pensiones que busca donde guarecerse.
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