La acción coordinada por parte de los bancos centrales y las economías del G7 podría ser el gran gesto que espera el mercado para recuperar la confianza. Si bien los efectos sobre la economía de una política monetaria todavía más expansiva son cada vez más reducidos, los expertos recuerdan que los mercados son un juego de expectativas y presiones y que el movimiento conjunto sería sin duda un mensaje contundente.
Hoy, los bancos centrales se unen a la cita por teleconferencia que mantendrá el G7 en un intento de abordar la situación por todos los flancos. Estos pasos apuntan a una actuación conjunta y el mercado ya especula con la primera bajada de tipos coordinada desde 2008 para contener lo que la OCDE califica como «el mayor peligro» desde la crisis financiera global.
Los bancos centrales están preparados. En los últimos días, las principales autoridades monetarias de los países desarrollados han cambiado su discurso para trasladar a los inversores su disposición de utilizar las herramientas a su alcance para combatir al coronavirus en su vertiente económica.
La caída en las bolsas, lo suficientemente significativa como para poner en jaque la estabilidad financiera si se prolonga en el tiempo, ha resultado clave en este cambio de discurso de los principales bancos centrales. La primera en abrir fuego fue la Reserva Federal, que el viernes lanzó un comunicado extraordinario para recordar que está «vigilando estrechamente el desarrollo y las implicaciones para la economía [del coronavirus] y que usará sus herramientas y actuará como sea apropiado para apoyar la economía».
Es el particular whatever it takes de la Fed de Jerome Powell-la famosa frase con la que Mario Draghi, expresidente del BCE, levantó a los mercados en plena crisis de deuda europea-, y los inversores han sabido entender el tono de urgencia que quería transmitir el organismo. Los futuros sobre fondos federales descuentan que los tipos de interés bajarán a lo largo de este año desde el 1,5% hasta el 0,5%, a las puertas del mínimo histórico.
Pero la agresividad de la Fed tiene también su base en el margen de maniobra que todavía posee y es posible que no sea igualada por el resto de bancos centrales. Estados Unidos tiene todavía balas en la recámara y busca prevenir en vez de curar.
Se espera que la actuación en Estados Unidos, que acostumbra a ser más ágil que el resto a la hora de anunciar nuevos estímulos, sea casi inmediata. La duda no es ya si bajará los tipos de interés en la próxima cumbre que celebrará el 17-18 de marzo, sino si el recorte será de 25 puntos básicos o intentará dar un golpe sobre la mesa con uno de hasta 50 puntos básicos. Si la situación empeora o si se acuerda una actuación conjunta, el organismo podría incluso adelantar la puesta en marcha de los nuevos estímulos en una cumbre extraordinaria.
El Banco Central Europeo, por su parte, consiguió conciliar, ayer a última hora, las divergentes opiniones que habían vertido sus miembros en relación a la necesidad de actuar para contener el impacto económico del coronavirus.
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